Sánchez de la Cruz en el Museo Lázaro Galdiano

Martín Sánchez de la Cruz. Fuente. Museo Lázaro Galdiano, Madrid.
Martín Sánchez de la Cruz. Fuente. Museo Lázaro Galdiano, Madrid.

La platería cordobesa presenta una sustantividad e importancia innegable a lo largo de la Historia. Ciñéndonos a la Historia Moderna, la importancia de la marca del león, que se usaba como distintivo de la ciudad en las piezas, llegó a prácticamente la totalidad del espacio ibérico e incluso hispanoamericano.

Conocemos a muchos autores de estos siglos modernos por haber sido utilizados para rotular numerosas calles de la ciudad. Pero ¿sabemos realmente quiénes fueron? Recordemos el nombre de algunos. En el XVI, tras la experiencia de Enrique de Arfe, se sucedieron Juan Ruiz el ‘Vandalino’, Diego de Alfaro, Pedro Sánchez de Luque. Ya en el XVII, Sánchez de la Cruz, Bautista de Herrera, Pedro de Bares (de origen francés) Pedro Sánchez de Luque, Antonio de Alcántara, Juan Polaino de Cuéllar. Y, por último, en el XVIII, Damián de Castro, Manuel Repiso, Antonio José de Santacruz y Zaldúa… La nómina es extensísima, ilustre prologómeno de la importancia que esta actividad artística y económica mantiene aún en la actualidad.

El Museo Lázaro Galdiano de Madrid, uno de esos museos nacidos al calor de la museística burguesa decimonónica que inspiró a su creador, alberga entre su amplia colección de objetos de todo tipo este plato que se ofrece en este artículo, obra de Martín Sánchez de la Cruz (1586-1632), representante local del llamado estilo ‘Purista’. El sentido abstracto toma cuerpo en las obras, que fuerza la casi desaparición de la figura humana, desarrollándose la decoración a base de fórmulas herederas de los elementos arquiutectónicos herrerianos.

Lo dicho, antes de cruzar la calle, fíjese en el rótulo.

Ficha de inventario

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12 comentarios

  1. Todas las piezas de platería que se realizaban debían poseer una serie de marcas. Además de las del autor, era obligatoria la marca de la procedencia de la pieza. Córdoba marcaba con un león, el que se incorpora en su propio escudo. Es cierto que a veces se producía cierta confusión, porque León o Zaragoza también incorporaban un león rampante.

    Aquí puedes ver algo más sobre ello:

    http://artesdecorativasysuntuarias.blogspot.com/2008/05/los-protagonistas-de-la-platera.html

  2. Aquí podemos observar la marca del magnífico platero Damián de Castro en la que se observa el león de la ciudad de Córdoba.

    http://farm4.static.flickr.com/3560/3524202209_f0c1416a78_o.jpg

    Los (escasos) conocimientos que poseeo de platería, cuyo estudio se engloba dentro de ese apéndice de la Historia del Arte denominado (a veces con demasiada carga peyorativa) Artes Decorativas, se los debo a D. Florencio García Mogollón que en uno de sus cursos monográficos de doctorado me hizo circunvalar la geografía extremeña en busca de relicarios, portapaces, cálices y demás objetos de carácter eminentemente religioso. Mi escasa disponibilidad y mi interés escaso sobre el tema hicieron que al año siguiente me matriculara en otra asignatura. No obstante, y para que vea que no soy rencoroso, enlazo a continuación un precioso estudio que hizo él sobre tres piezas existentes en la provincia cacereña salidas del taller de Damián de Castro:

    dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=69148&orden=0

    Y, sin ánimo de cansar en exceso, también enlazo este otro, ya no de D. Florencio, sobre platería cordobesa en Murcia:

    dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=204928&orden=0

  3. Joder Mabuse! me has dejao en ridículo. ¡madremía lo que sabes de esto!
    Es curioso que el león está al revés de como se le representa habitualmente.
    De todas formas, reconoce que si no te hubiera pinchado con mi ignorante duda, quizás no hubieras subido estos riquísimos enlaces sobre la historia de la platería cordobesa. No hay mal que por bien no venga.
    Un fraternal abrazo, amigo.

    • Nada de eso, Tabernero. No hay peor ridículo que la ignorancia consciente. Y ninguno de los que andamos por aquí la tenemos. Los asuntos que tratamos nos ‘pinchan’ a todos por igual.

      En mi caso particular, estas piezas del museo imaginario me obligan a recomponer esquemas mentales que tenía ya casi olvidados. Es motivo de gran satisfacción desempolvar de la memoria nombres, épocas, técnicas y, al mismo tiempo, obtener conocimientos y horizontes nuevos sobre estos temas.

      Un abrazo también patí, Tabernero.

  4. Y a mí me ha llevado un rato buscando en mis estantes un libro de Dionisio Ortiz Juárez acerca de la platería cordobesa del barroco que no he conseguido encontrar. El libro formaba parte de los regalos (escasos) que dieron en el I Congreso de Historia de Andalucía del año 76 y cuyas actas nos prometieron gratis y nunca nos vimos. Pero el libro no aparece. Tal vez yazca (o yazga o yaga) en algún cajón del desván.

    Seguro que en él aparecía algo acerca del tema del león. De todas formas si a alguien le interesa podría localizarse.

  5. Pues su libro ‘Punzones de la Platería Cordobesa’ (1980) es fundamental. Se trata del primer estudio riguroso sobre la platería cordobesa. De fecha posterior, dos obras más dedicadas al asunto: la de Mercedes Valverde Candil (1994) y la de Fernando Moreno Cuadro (2006).

    De todas formas si tenéis curiosidad por el tema del león, puedo preguntarle a D. Florencio lo que consideréis oportuno. Aún me saluda por la calle.

    • Dr. en el 56 toqué la orfebrería y luego hasta el 77 la joyería. Tenía un libro muy interesante, de un joyero malagueño, Aurelio Marcos -que presté y nunca me fue devuelto-, en el que se trataba entre muchas cosas, numismática, gemología, perlas, el tema de los contrastes -o marcas- de los laboratorios de Industria para la joyería. Además de conocer “in situ” los trucos que algunos -no todos evidentemente- empleaban para contrastar las piezas falsamente.

      El contraste o sello del laboratorio es el que garantiza la ley del material usado. El oro tiene, una vez extraído de la tierra y refinado, 1000 milésimas o 24 quilates, pero para trabajarlo en joyería, por razones comerciales o legales de cada país, se le añade una proporción de cobre y plata para bajarlo a la ley necesaria, en España es de 18 quilates o 750 milésimas y en otros países de 9 quilates o 12. Cuando el contraste es fraudulento no es porque no tuviera esa ley, que normalmente la tenía, sino que se fabricaba más material noble del que se había comprado legalmente, y como eso estaba controlado en una contabilidad, nunca podía parir un kilo. El fraude no era al cliente sino a la Hacienda. Si se había adquirido un kilo legalmente tenía que salir, más o menos un kilo comercialmente, y si se pretendía sacar más había que justificarlo falsamente.

      Desde el Lazarillo de Tormes, y mucho antes, la picaresca siempre ha existido.

      • Una aclaración, todos los delitos mencionados y conocidos por mí, ocurrieron hace más de cuarenta años, por lo tanto están prescritos. Y mi “encubrimiento” en esa época también.

        Es broma.

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