Año 1860. En pleno estallido de la guerra civil norteamericana, un pintor paisajista, natural de Portland, Maine, y criado en la Nueva York de la primera mitad del siglo XIX, se encuentra realizando un viaje por la Andalucía pintoresca de aquel tiempo: Gibraltar, Sevilla, Granada… Córdoba. Su nombre, Samuel Colman (1832-1920), uno de los más recordados representantes de la Escuela del Río Hudson.
Fue un viaje de sólo tres meses, de verano cálido y dorado, que le dejó honda huella y que le hizo desplazar su temática basada en los paisajes aún vírgenes del Nuevo Mundo por la perfecta combinación entre paisaje e historia que ofrecían las tierras andaluzas.
Durante los siete años siguientes recreó en óleo lo que debieron ser simples apuntes al natural. De hecho, su Cordoba está fechada ya en 1866 y es posible que la realizara ya en París, donde compartió estudio con George Boughton.
Las fuentes consultadas nos informan que realizó numerosos paisajes de la ciudad: unos desde el sur de la misma, la perspectiva más aquilatada de la vieja ciudad de la Mezquita; otros en los que recreó los antiguos molinos moros (moorish)… Pero, a usted, estimado lector, qué opinión le merece esta otra estampa que le ofrecemos a continuación:
He encontrado, además, una noticia publicada en el New York Times de 31 de marzo de 1872, en el que se daba cuenta de que un tal Samuel Coleman inauguraba una exposición con los óleos y acuarelas realizados en su periplo por España. Bien podría ser nuestro Colman este que se refiere con el apellido Col(e)man.
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