Ronald Brooks Kitaj (Cleveland, 1932 / California 2007) comenzó a oír hablar de España a su madre, amiga de los brigadistas que lucharon con el bando republicano en la guerra civil. En 1957 visitó Sant Feliu de Guíxols, en la Costa Brava, e inició una relación con la cultura española que se prolongó durante 20 años.
Kitaj había empezado a vivir nuestro idioma, en su época legendaria (1949-1954) de marinero, de los dieciséis años en adelante, en un carguero noruego, carguero que entre otros lugares lo condujo al Caribe, un Caribe que asocia con sus primeras lecturas sistemáticas, y también con sus primeras experiencias sexuales, que tuvieron por escenario barrios chinos, en calles de luces rojas de aquel área, algo que está claro en sus cuadros autobiográficos de 1990 The First Time (Havana, 1949) y The Second Times (Veracruz, 1950) A Tale of the Maritime Boulevards, en torno a los cuales da más pistas en su interesantísimo libro con Julián Ríos Impresiones de Kitaj (La novela pintada) (1989)
En 1951 viajó por primera vez a Europa y en 1953 conoció España para posteriormente instalarse en Londres. Su estancia en Inglaterra le llevó a convertirse en uno de los artistas clave del movimiento pop inglés, junto a su gran amigo David Hockney.
Llama la atención la obsesión de Kitaj con ciertos asuntos españoles. Kitaj se fija en Raimundo Lulio, y en el mundo sefardí, y en San Juan de la Cruz, y en Los caprichos de Goya, y en Tierra sin pan y Belle de jour, de Buñuel, y en Picasso… Su interés por lo español le trae también a nuestra ciudad, a través de su pintor más universal. La litografía “Barceloneta” (1979) –inspirada en una prostituta barcelonesa, y en un cuadro archifamoso de Julio Romero de Torres, pintor por el que siente gran devoción.
El Museo de Bellas Artes de Bilbao le dedicaba en 2004 una de sus escasas exposiciones en España, que reunió casi todos sus cuadros de tema hispano.
Kitaj pone nombre al Pop británico
A principios de los años sesenta, el pintor Kitaj da el nombre de “Escuela de Londres” a un conjunto de artistas, que trabajan todos en la capital inglesa y reivindican todos la práctica de una pintura figurativa. Más adelante unos artistas (Tony Bevan) se inscribirán en esta filiación pictórica. Bacon sitúa su figuración a medio camino entre abstracción y representación. Su obra evoluciona por series ( Papas, cabezas, etc…) Se fija más específicamente en un sujeto que, por índole, resiste al arte pictórico: el cuerpo humano. Por su expresión pictórica el artista representa más al hombre en su condición humana que en su condición física. El cuerpo queda aislado en un espacio, sometido a las torturas de incesantes metamorfosis. El arte de Bacon es de cierta manera la constancia de la impotencia del hombre frente al dolor a la vez que a las pulsiones que le mantienen esclavizado.
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