Nacional – 01/09/2006 8:03 – Autor: Luis Recio Mateo – Fuente: Diario de Córdoba
El sabat de verdadera actualidad fue el que Fray Diego de Mardones mandó eliminar en 1617. No obstante, para comprender esa eliminación es obligado por mi parte hacer algunas reflexiones históricas. Y las hago, ya que, lo mismo que han aparecido en la calle Torrijos, en estos momentos levantada totalmente para la renovación de su empedrado la cimentación del más importante, es decir el califal, de igual forma he podido comprobar durante escasas horas, la cimentación del emiral, ya cubierto, sin estudio, ni polémica alguna.
Tal vez eso sea mejor. Sin embargo, ello demuestra, desgraciadamente, el desconocimiento histórico–científico que a nivel de instituciones se tiene de la verdadera historia de Córdoba.
Ambas construcciones tenían la misma finalidad, aunque fueran construidas en época distinta. La más antigua en época del emir Abd–Allah (844-912), y la más moderna durante el Califato de Al–Hakan II, (961-976). Las mismas, que unían el Palacio Califal, hoy Palacio Episcopal y Palacio de Congresos, permitían a los mandatarios emirales o califales su asistencia a las distintas celebraciones en la Mezquita–Aljama, bien fueran religiosas, como la Al-Salat o bien fueran político-religiosas como Al-Jootba .
A este respecto, nunca ha de olvidar el lector que la Aljama , no solamente sirvió, entre el siglo VIII y XIII como lugar religioso, sino al mismo tiempo como Palacio de justicia, (Al-Kuttab ) donde se estudiaba el Corán para la realización de la Sharia o Ley que servía para todo Al–Andalus, mientras que cualquier otro día que no fuera viernes, el edificio sagrado siempre, se utilizó también, desde el siglo X al XIII sobre todo, como universidad árabe, o lo que es lo mismo Madraza . No es extraño por ello que tanto emires y califas durante esos cinco siglos asistieran a estas celebraciones sociales de tipo jurídico y culturales y no solamente religiosas a la Aljama .
El ´sabat´ emiral
Fue levantado en el siglo IX por mandato del ya citado emir Abd–Allah, antes de que este mandatario abandonara Córdoba y navegara hacia la isla de Menorca, donde residió bastante tiempo, abandonando así su dominio político de su Emirato en Córdoba, oportunidad que aprovechó el muladí Omar Inf Hafsun, para cercar la propia capital y poner en peligro así el poder Omeya.
En la investigación literaria de fuentes, para abordar la historia de ambos, es necesario en principio, saber que, las alusiones a los mismos no son anteriores al siglo XII. Ibn Idari, por ejemplo, relata la destrucción de este primer sabat emiral, recordándonos la escena patética de Hisham III, el último califa omeya, aunque en este caso se refiera al segundo, es decir, el califal, en la noche del 30 de noviembre del 1031.
Es la huida del último califa Omeya por el pasadizo de la Mezquita Aljama , conducente a la maqsura , donde se le unieron sus hijos y mujeres, preguntándose sobre la unión de la comunidad, conjurándoles por Dios respecto a su vida.
Nieto Cumplido, en su obra La Catedral de Córdoba , al tratar este tema, dice: «De este sabat salió al día siguiente tras la asamblea nocturna celebrada entre los visires y el pueblo en la misma Mezquita, hacia el castillo de Ibn Saraf (Abenajarafe), en la sierra de Córdoba. Con este comportamiento miserable se deshizo córdoba de los Banu Omeya en aquella noche triste otoñal, mediante un acuerdo tomado en el mismo monumento que había levantado la dinastía, y que sobreviviría a sus enemigos».
El ´sabat´ califal
Con esta aportación ha de quedar claro la existencia no de uno, sino de dos sabats , aunque las referencias escritas abundan mucha más dedicadas al segundo. Es decir, al califal, que es el que ha dado paso a polémica de su conservación o no, de sus cimientos.
Al–Idrisi describe el mismo, partiendo del actual archivo catedralicio, diciendo: «A la derecha del mihrab entre los dos muros de la Mezquita Aljama, hay una puerta que abre al alcázar por un pasadizo contiguo. Este pasadizo se halla cerrado con ocho puertas, de las cuales cuatro se cierran del lado del alcázar y cuatro del lado de la Mezquita–Aljama».
Al Maqqari a su vez, en el siglo XVII, recoge un texto mucho más antiguo de Ibn Said (1286), citando otro más antiguo aún, de Ibn Baskuwal (1183), en el que apunta lo que sigue: «Ninguna puerta se ve sobre el muro sur salvo una, al interior de la maqsura , construida sobre la quibla que conduce al sabat , que enlaza con el alcázar de los califas. Por este pasadizo el soberano pasaba desde el alcázar a la Mezquita para la oración pública».
El obispo de Córdoba entre los años 1606 y 1624 fue el dominico burgalés Fray Diego de Mardones. La razón real de estas reflexiones son de obligado cumplimiento para este articulista, dado que, en mi archivo de ordenador aún sin publicar, guardo no solamente ya, la historia del propio Palacio Episcopal del gran obispo Mardones, sino al mismo tiempo, la clave de porqué mandó eliminar en 1617 este pasadizo elevadizo, sobre el puente cuyos pilares se sujetaban en el actual yacimiento arqueológico de la polémica.
El ´sabat´ de la polémica
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No es éste el lugar para cansar a mis lectores sobre dicho tema, aunque sea obligado por mi parte, citar al menos, las Actas Capitulares del Cabildo Catedralicio , en las que tengo recogidas las Cuentas de la Fábrica Catedralicia de los años 1581, 1609, 1618 y 1620, donde se van estudiando paso a paso las necesidades ya de destruir este monumento de infieles que afea nuestra casa.
Se ha de añadir que la descripción más importante del pasadizo de esta diatriba, la dio Ambrosio de Morales, en 1577. Esta dice así: «En la esquina del Mediodía sale el puente que atraviesa la calle y sirve de pasadizo para el alcázar y para la casa del obispo. Es de la misma sillería y harto alta y brava». Y continúa: «Junto a la capilla de San Pedro, (hoy el mihrab ), entra en la iglesia la puerta por donde el Rey desde el alcázar venía a ella. Pasaba por un bravo edificio, comprehendido dentro del cuadro de toda la fábrica, y arrimado a la pared del Mediodía, que fue la que describimos primero. Más parece fortaleza y cárcel, que no tránsito, según es fuerte todo el edificio, y de extraña manera cerrado».
No quiero cansar al lector mucho más. Sí quiero, no obstante, remitirle a las páginas 257 y 258 de la obra ya citada de Nieto Cumplido para que puedan ver la reconstrucción hipotética del sabat que realizó L. Golvin y el grabado de 1659 de Martín Zeiller, aunque anterior a ambos, sea igualmente válido el de Anto. Vanden Wyngaerde publicado en Londres en 1567, visible en la obra de la Mezquita–Catedral de Córdoba. Patrimonio de la Humanidad , (página 119), de la que soy co–autor con el ya citado Manuel Prieto.
Córdoba, miércoles 7 de mayo de 822
Hoy tuvo lugar en la mezquita aljama la ceremonia de juramento de fidelidad a nuestro nuevo emir ‘Abd al-Rahman, hijo del difunto al-Hakam I, ¡que Alá se apiade de él! Tras recibir en el alcázar a los visires y dignatarios del Estado, que le han prestado su juramento, ‘Abd al-Rahman II se ha trasladado a su residencia, donde junto con su hermano al-Mugira, el heredero, recibió a otras personalidades. Después al-Mugira ha llegado a la gran mezquita a lomos de su caballo, ha entrado y se ha instalado junto al almimbar. Ante él ha desfilado el pueblo para rendirle pleitesía y prometer fidelidad y obediencia al nuevo emir y a su heredero ¡Alá les guarde muchos años! Así se ha desarrollado la primera parte de esta ceremonia en la mezquita, que durará aún varios días para que todo el pueblo pueda acudir.
Córdoba, 30 de noviembre de 1031
En estos días de decadencia y mal gobierno ha sucedido en Córdoba un hecho sin precedentes. Los enemigos del califa Hisham III han incitado a las gentes de Córdoba a la revuelta, y éstas han ocupado las calles y han saqueado una parte del alcázar. El califa Hisham se ha visto obligado a refugiarse en la mezquita aljama. Ha cruzado el sabat y se ha instalado con sus hijos y sus mujeres en la macsura. Cuando le han comunicado que el pueblo de Córdoba no le quería, ha declarado: «Ojalá me hallara cerca del mar y me arrojaseis a la masa de sus aguas, pues sería lo más llevadero para mi situación. Haced lo que queráis. Conservadme con mis hijos y mi familia». Durante la noche ha pedido a uno de los guardianes de la aljama que le llevase un poco de pan para aplacar el hambre de una de sus hijitas, y una lámpara. Se espera que en las próximas horas los visires tomen una decisión al respecto, aunque, de hecho, el califa ha sido ya depuesto, lo que representa el fin del califato cordobés.
Córdoba, año 1134
El viernes, poco después del mediodía, fue asesinado en la mezquita aljama el cadí de Córdoba, Ahmad ibn Jalab al-Tuyibí. Tras ello se interrumpió la oración y se produjo un tumulto en la mezquita; las gentes no sabían lo que pasaba y comenzaron a arremolinarse en torno de la macsura. La guardia almorávide tuvo que sacar sus armas para impedirles el acceso al interior del recinto, donde se encontraba todavía el emir Ibn Tashufín. Éste y su séquito salieron rápidamente por la puerta del sabat y volvieron al alcázar. Mientras tanto, el cadí era sacado en camilla de la mezquita, pero nada se pudo hacer por salvar su vida.
Noticias extraídas de IBN ‘IDÂRI
(m. en 1325), de su obra «al-Bayan al Mugrib».
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