Qué duda cabe de que es aventurado establecer conexiones ultramarinas entre nuestra Mezquita y determinadas construcciones coloniales fundadas en América entre los siglos XVI y XIX. Pero posiblemente las hubo. Y en mayor medida de lo esperado. Muchas fuentes, más o menos rigurosas, dan por segura tal inspiración ya desde las primeras edificaciones hispánicas en solar americano. De ellas daremos cuenta, en función de nuestras posibilidades, en los capítulos venideros. Contentémonos hoy con presentar un caso insólito que bien podría ligar para siempre nuestra ciudad con el actual Estado de California. Dejamos a juicio de usted, estimada lectora o lector, si estamos o no en lo cierto.
En primer lugar es necesario, como siempre, hacer un poco de Historia, o, al menos, desempolvarla de nuestra Memoria. A pesar de que las primeras exploraciones españolas en el territorio de la Alta California habría que remontarlas a 1542, año en el que Juan Rodríguez Cabrillo llegó a la costa de la actual ciudad de San Diego, aquel amplio solar que se extendía más allá de los límites de la Baja California quedó inédito durante más de doscientos años. Ya en la segunda mitad del siglo XVIII la nueva política expansionista auspiciada por la monarquía española de Carlos III propició el asentamiento estable en un territorio poblado básicamente hasta entonces por los indios shoshone o apaches.
La orden franciscana fue la encargada de llevar a efecto tal empresa, estableciendo entre 1769 y 1834 un total de veintiuna misiones, además de diversas asistencias, presidios y estancias, según la categoría de la fundación. La primera de esas misiones fue la de San Diego, fundada por el renombrado mallorquín Fray Junípero Serra (1769), quien fue, además, el promotor de otras tantas que le llevaron hasta la bahía de San Francisco.
Pero la que debe centrar la atención de nuestro relato es la misión fundada el 8 de septiembre de 1771, la cuarta por orden cronológico de fundación, por los padres Pedro Cambón y Ángel Somera a orillas del llamado Río de los Temblores (‘Shevaanga’, en idioma shoshone): la misión de San Gabriel Arcángel, auténtico embrión de la hoy en día populosa y cinematográfica ciudad de Los Ángeles. De hecho la Asistencia de Nuestra Señora Reina de los Ángeles, fundada en 1784, dependía de aquella misión.
Una fantástica leyenda, creada sin duda por la cristiandad triunfante, relata que, poco después de la fundación de la misión, la expedición franciscana tuvo que enfrentarse con los shoshones, airados lógicamente por el despojo sufrido en sus fértiles tierras. Afortunadamente los franciscanos contaban con un arma defensiva que ni imaginar podían los salvajes shoshones: una pintura de Nuestra Señora de los Dolores, que al mostrarla a almas primitivas y débiles quedaron éstas rendidas ante tanta belleza. Las crónicas cuentan que desde entonces los shoshones aceptaron de buen grado la superioridad cristiana y blanca, dedicándose con gran diligencia a las labores agrícolas que les encomendaban los justos misioneros en las huertas de la misión.
Y se preguntará usted, estimada lectora o lector, ¿qué tendrá que ver todo lo hasta ahora redactado con la Mezquita cordobesa? No adelantemos aconcetimientos. Todo llegará. La ciencia histórica debe llevar a cabo su meticuloso y riguroso método deductivo. Aunque bien mirado, ya llevamos dos curiosas coincidencias: la fecha de fundación de la misión, día de la co-patrona cordobesa; y la imagen de la virgen de los Dolores, que por un momento imaginábamos que se correspondería con la popular imagen devocional, transida de dolor, de Juan Prieto de 1719.
Pero, antes de nada, ¿conoce usted a Antonio Cruzado? ¿Que no? Le cuento. El padre Antonio Cruzado fue un franciscano cordobés llamado al Virreinato de Nueva España para atender las nuevas fundaciones que la citada orden estaba estableciendo en tan lejanas tierras. Destinado a la misión de San Gabriel, de la que llegó a ser por un tiempo máximo responsable de la misma, fue el encargado de diseñar y levantar el nuevo templo que se erigió a partir de 1779, llevándole tal empeño veintiséis años.
El templo, de marcado carácter longitudinal, realizado en piedra, al contrario que el resto de templos misionales, realizados generalmente de adobe, tiene cuarentaiséis metros de largo por poco más de ocho de ancho. Es precisamente su flanco longitudinal, diseñado a base de marcados contrafuertes dispuestos de forma regular, el que, según las fuentes, presenta evidentes similitudes con las fachadas sur, este y oeste de la mezquita aljama cordobesa. Comprobémoslo.
Por otra parte, si bien Fray Junípero Serra fue el introductor de la semilla de la naranja allá por 1769, el Padre Antonio Cruzado, el Father Cruzado de las crónicas estadounidenses, también pasa por ser el primero, con la ayuda claro está de los nativos shoshones, en constituir el primer huerto de naranjos a gran escala en territorio californiano en el año 1804. ¿Acaso recondando su añorado Patio de la Mezquita cordobesa?
¿El primer edificio de la ciudad de Los Ángeles inspirado en la Mezquita de Córdoba? ¿Osadía? ¿Inconsciencia? ¿Chauvinismo a espuertas? Posiblemente. O quizás no. Juzgue usted mismo.
Impresionante Mabuse, impresionante. Desde luego últimamente te prodigas poco, pero esta te exime de toda culpa. Es una maravilla, pero te digo más, y es una especulación e incluso una fantasía. Fíjate que yo creo que no solo está inspirada en la Mezquita de Córdoba, sino que es muy posible que su sueño fuera acabar construyendo algo así como una réplica de ella.
D. Antonio debía ser consciente de que el poder de la iglesia en latinoamérica sería creciente, y que los templos, como el de Córdoba, se tardaba generaciones en poner en pié. Yo creo que tenía la meta de hacer otra «mezquita» allí.
Mira que cuidado tuvo en establecer en el perímetro las mismas proporciones que el templo cordobés. Atento que no es cualquier cosa esto.
¿Se sabe el tamaño en metros del recinto?
Dr. Mabuse ante todo saludos, ¡cuanto tiempo sin leerte!, ¿que tal por mi tierra?, espero que bien. La hipótesis expuesta es interesante y probablemente acertada. Seguro que por América Latina existen muchas conexiones con nuestra ciudad.
Leido en:
http://gocalifornia.about.com/cs/missioncalifornia/l/bl_gab_bldg.htm
«Padre Antonio Cruzado diseñó la misión y tiene varias características inusuales. Es la única misión con la arquitectura de estilo morisco, y el frente del edificio es en realidad una pared lateral. El diseño puede haberse basado en la Catedral de Córdoba, en España, que una vez fue una mezquita musulmana. También está construido en piedra, ladrillo y mortero, a diferencia de la mayoría de las misiones que fueron construidas de adobe.»
Osea… que si. Rotundamente si.
Saludos a todas y todos.
Tabernero, había leído la información que indicas. Y otras que, de forma un tanto repetitiva, insistían en el mismo contenido, calcando a veces las mismas frases. Pero internet es lo que tiene. Que no te puedes fiar ni un pelo. Más allá de lo que manifiesten estas webs, todas californianas, me he centrado en el propio aspecto de la misión. Y es que ya sabes como son estos americanos-del-norte: un tanto exagerados, amantes de lo exótico. La falta de una Historia propia contundente les conduce u obliga a ver castillos medievales en pleno desierto de Arizona… Son así.
De todas formas, no es descabellado que un cordobés se inspire en el primer edificio de su ciudad y lo intente reproducir, de forma racional como tú indicas en tu flipante hipótesis o de forma inconsciente, en una construcción. Por eso lo he traído hasta aquí. Conocí el asunto antes del verano por casualidad y no he podido redactar un artículo sobre ello hasta hoy por falta de tiempo y por las ‘marditah oposisioneh’. Lo de la Virgen de los Dolores es de película de Hollywood. Lástima que la imagen no se corresponda con la que se guarda en el Hospital de San Jacinto. De hecho, el capítulo de la algarada nativa es coetáneo a la fundación de la misión (1771) y no tenemos constancia de la presencia de Antonio Cruzado en ella con anterioridad a 1779. ¡Es que si es una réplica de la imagen de la Virgen de los Dolores cordobesa, es pa meá y no echá gota! Pero con menos argumento estos de Jolivú te montan una película en 3D…
En cuanto a las medidas, tengo los de la iglesia: 150 pies (45,72 metros) de largo, por 27 de ancho (8,2296 metros), por 30 de alto (9,144). Con unas simples operaciones se puede dar con el perímetro completo del recinto. Mañana imprimo el plano y hago los cálculos pertinentes.
Y a tí, La Colina, un saludo por igual. Por tu tierra, un frío del carallo. Y con una niebla que no se ve a dos palmos. También es un gusto leerte. Saludos.
Impresionante, Doctor. No tenía ni idea de esa historia. Desde luego para mí no hay duda del origen de la inspiración de ese muro. Y la palabra shoshoni ¿no vendrá de chochones, un probable mote que les pusiera Antoñito Cruzado «Mágico»? Porque hay que ser chochones pa quearse pasmaos por semejante chapuza de cuadro.