Como si la hubiera diseñado el mismo Borges en uno de sus delirios literarios, Fez, FAS en árabe, es una ciudad esencialmente especular. Una leyenda apócrifa dice que su nombre proviene del reflejo inverso de una imposible ciudad que se había alzado anteriormente en su mismo solar, SAF (Zef), de la que nadie, salvo la febril imaginación de una cadena de eruditos locales, se hizo nunca eco.
Pero es que aparte de la leyenda las crónicas históricas hablan de una doble ciudad cuyas dos caras surgen especularmente enfrentadas, muralla contra muralla, escalando esforzadamente las orillas contrarias de un mismo río, tras una mítica fundación, también especular de otra que ocurre, casi simultáneamente al otro lado del estrecho de Gibraltar, en Córdoba y estrechamente relacionada con ella.
Hablo de una época confusa, nebulosa y falta de vías de interpretación fidedigna coetánea, cuyas primeras luces son obra de autores que escribieron uno o dos siglos después. Así la interpretación de la fundación de Fez y la fundación omeya de Al Andalus participan de la misma textura mítica, legendaria, de la de Israel, Roma o la de tantos reinos del sudeste asiático. Finales de estirpe salvados milagrosamente que renacen posteriormente, como aves fénices, en el extremo del mundo, como Moiseses o como Anastasias en la último avatar del mito. Por eso se permite González Ferrín llamar los anastasios a Abderramán I e Idriss I.
Es altamente sospechoso el azar que hizo compartir coetáneamente a Córdoba y Fez ese mismo mito . El de un héroe que se salva de una matanza familiar y funda un reino lejano. Y que ese mito se convierta en verdad histórica a partir de ser relatado en crónicas un siglo después. Y lo es más aún que la ciudad que fundó el segundo se poblara con exiliados de la ciudad que refundó el primero en el trozo especular del otro lado del estrecho de Gibraltar unos años antes. Todo muy sospechoso. Quien quiera hurgar en el asunto no tiene más que tragarse el monumental Historia General de Al Andalus (Almuzara) de Emilio González Ferrín. Si no le convence al menos recibirá una buena ducha de dudas razonables.
Idris I fundó Fez en la orilla izquierda del río del mismo nombre y la pobló con exiliados de la revuelta del arrabal ocurrida unos años antes en Córdoba, la Córdoba que refundara unos años antes el otro anastasio, Abderramán I. La versión oficial es que se trataba de muladíes, cristianos artesanos que habitaron la orilla izquierda del Guadalquivir. Extraño también que fueran requeridos por un iluminado fundador de una ciudad musulmana. De nuevo González Ferrín nos socorre con sus dudas y nos pone las contradicciones ante los ojos: el Islam probablemente aún no había sido instaurado como religión madura, sino que andaba tratando de asomar la cabeza entre las decenas de herejías unitarias que se enfrentan al trinitarismo imperialista bizantino. Aunque el árabe ya se había alzado como lengua culta en sustitución del griego y el latín. Y estamos en el año 800.
Inmediatamente después, frente a la ciudad de los cordobeses surge otra ciudad repoblada con exiliados de Kairouan, que trepa por la orilla derecha del mismo río. Es entonces cuando de ciudades enfrentadas pasan a convertirse en barrios de una sola: el de los andaluces y el de los karaouiyines. Con sus Aljamas, mezquitas mayores, compitiendo en volumen y pureza de la llamada a la oración. Aún es así. Atravesadas por dos calles principales que conducen a las dos puertas más hermosas: Bab Futuh en el de los andaluces y Bab Bou Djeloud en el de los qaraouiyines que horadan la muralla en la cima de ambas laderas.
Mulay Idris fue enterrado cerca de Volubilis la ciudad de fundación romana donde vivió y su tumba es el lugar más santo de Marruecos, alrededor de la cual creció una ciudad que lleva su mismo nombre.. Su hijo Idriss II fue el que acogió a los qaraouiyines y su tumba también es muy venerada muy cerca de la Djama’a Al Qaraouiyine. La de Abderramán en Córdoba nunca llegó a serlo por encontrarse dentro del recinto palatino. Y la memoria de su ubicación exacta se perdió para siempre tras la conquista del rey santo guerrero.
El barrio de los andaluces es hoy el menos visitado por el turismo de masas y realmente carece de los monumentos de su hermano qaraouiyin, pero también no deja de resultar fascinante perderse por sus callejas o rodear la manzana donde se encuentran sus dos principales atractivos monumentales; la Mezquita Aljama y la medersa Sahridj. Los otros dos monumentos del barrio están en ruinas, la mezquita de la Luces (Djama’a al anuar), la única de fundación original, por el propio Mulay Idriss (I) y la medersa S’baiyine. La Al Djama’a que podemos contemplar hoy (sólo la portada, claro) no conserva nada de la obra original de los andaluces que la construyeron y su monumental portada se debe a los almohades (siglo XII). Las medersas cercanas tampoco tienen nada que ver ya con los andaluces originales y fueron construidas como todas las demás de Fez en el siglo XIV por la dinastía meriní. La medersa Sahridj está muy descuidada, aunque se prevee una profunda restauración próximamente. De proporciones muy hermosas lo más llamativo son los paneles de madera finamente labrados coronados por merlones típicamente cordobeses que cierran los vanos del patio.
Cruzando el río por el pequeño puente A-Tarrafin, bordeado de tiendas como sus más famosos italianos, obra del siglo XI, llegamos enseguida a la plaza Seffarin, de los latoneros, en uno de cuyos frentes se alza la biblioteca Qaraouiyin, vinculada especialmente con Al Andalus porque en ella se conservan los restos del naufragio cultural andalusí. Los libros que consiguieron salir de la península y librarse de las piras de Cisneros. Se trata de un edificio de reciente construcción al que sólo se puede acceder a un pequeño patio.
Estando completamente absorto sentado en el primer escalón de una escalera pensando en los tesoros que allí se guardan y que aún están no ya por valorar, sino incluso por descubrir, se abrió una puerta y aparecieron dos investigadores vistiendo bata blanca, provistos de mascarilla y con las manos enfundadas en guantes quirúrgicos en las que portaban sendos montones de libros antiquísimos solicitándome paso gestualmente para poder subir la escalera. Lógicamente no me dio tiempo a disparar la cámara de frente, así que hube de esperar a que acabaran de subir y se giraran para entrar por una puerta que abrieron arriba. Entonces los capturé. Un segundo después un larguísimo escalofrío me recorría la espalda cuando me asaltó la idea de que alguno de aquellos libros pudiera haber sido un manuscrito de Ibn Rushd, el original de El Collar de la Paloma o incluso las cuentas del sastre de alguno de ellos.
¡¡¡ MERLONES!!!
Coño llevo años buscando la palabra maldita. La encontré hace unos lustros y la volví a perder. ¡¡merlones califales!!
Gracias, esto es mejor que viajar allí, al menos a mí me gusta casi tanto. Muy interesante y las fotos de pm. Entiendo el repelús y la emoción al ver a esos privilegiados bibliotecarios, ¡yatedigo! quién los pillara (a los libros…).
Lo del puente es fascinante, no me extraña que lo forren de tiendas, pues el rio parece tener pocas vistas, es más, tié to la pinta de una cloaca. Y luego nos quejamos de nuestro emporcado Guadalquivir. Pá que veas, que nadie está contenta con la suya.
Gracias Manuel.
Un historiador que no se queda en los libros y que además viaja a los lugares para constatar y contrastar es más que eso, es un aventurero geográfico, escritor, admirador de la cultura que documenta y sabio y hace más sabios a los demás con su conocimiento de las cosas sobre las que estudia.
Magnífica documentación e impresionantes fotografías y como bien dice el Tabernero, es casi mejor que viajar in situ.
NO desageres, tronko!
Es verdad, que parece que te estoy adulando, pero es que haces unos viajes tan detallados que me salió del alma. Dejémoslo entonces en que » no está del todo mal la documentación y que de las fotos, la de la vista de la ciudad es la mejor para mi gusto», Dr Harazem Supongo.
No exageras, Madeincordóba. Es más, esta es la única forma según la cual el hecho de viajar es merecedor de la más alta consideración, muy distinta al habitual turisteo ramplón que nos invade. Hace unos días me pidieron consejo para ir a Córdoba. «¿Y qué hay que ver?» «¿En cuánto tiempo se puede ver la ciudad?» «La Mezquita, ¿en veinte minutos, no?» «¿En tamaño será como Cuenca, no?» Vamos a ver, señorita, empápese primero sobre la ciudad a través de cualquiera de los infinitos libros o documentos publicados sobre ella y luego, una vez que sepa dónde va a ir, vaya. Y no veinte minutos a la Mezquita, sino el tiempo justo para asombrarse ante ella por lo que realmente significa. Que hay quien a la vuelta me dice que no le gustó porque estaba ‘muy vieja’ por fuera. Y no sólo a la Mezquita. No es sólo cuestión de ver ‘muchas cosas’ para ir tachándolas de un listado o valorar una ciudad, un enclave determinado, en función del número de fotos hechas.
De mayor quiero hacer los viajes de Harazem.
De acuerdo y agradezco su comentario hacia mis consideraciones sobre el buen hacer historiográfico de Manuel, pero, Lo siento Dr. Mabuse, en estos momentos, y con todos mis respetos lo de madeincordoba me toca los webs. Echele un vistazo a mi post » Mejor juntos».
Jajaja. Menuda metedura de gamba, Mabuse. Eso es como mentar la horca en casa del ensogado, como dice el viejo proverbio kazijistano.
HECHOENCORDOBA es el original y MADEINCORDOBA es de los chinos.
Anda, hazle caso y te lees el post de MEJOR JUNTOS.
Y perdónalo, Pepe, pero es que el Doctor ha tenido que estudiarse recientemente varios códigos civiles y administrativos para una oposiciones y tiene aún las meninges en carne viva.
Y aún sigo estudiándolos… Dios mediante hasta la semana que viene.
(Pero hice bien en ponerle el acento en la ‘o’ de Cordóba -Obama style-).
No volverá a ocurrir, me pasé con la gracieta, sin duda, de forma involuntaria. En mi descargo comentarte que desde hace tiempo, mucho tiempo, estoy de alta en vuestra web y recibo puntualmente vuestros siempre interesantes emilios.
No te preocupes, no hay nada que perdonar, sé que tu comentario estaba lleno de buenas intenciones y además lo del acento americano le da el caracter inofensivo que ya de por sí tiene. Un abrazo
Lo m´s bonito del mundo mi fes la quiero mas que tod ami vida TE AMOOOOO
hola
he visto una referencia a «El Collar de la Paloma» (obra maestra cordobesa descrita como TRATADO SOBRE EL AMOR Y LOS AMANTES) como escrita por Ibn Rushd y quiero solo recordar que esta maravilla tengo yo entendido que fue escrita por otro cordobes, no menos grande que el primero: Ibn Hazm (de Cordoba)
De hecho es el unico libro andalusí (traducido al castellano por Emilio García Gómez) que he conseguido encontrar y leerlo.
Data del año 1022 en la ciudad de Jativa.
Si hay alguien que pueda hacerme saber como encontrar otras obras de la epoca
andalusi agradeceria la informacion (traducida al castellano o al ingles, pues parece que los estudiosos hicieron traducciones del arabe primero al ingles, asi que es probable que haya algo en ese idioma – yo no hablo arabe -)
PD el articulo sobre Fez es impresionante
Me temo que has leído mal, apatrida, si te refieres a lo que comento al final del post. No digo que El collar de la Paloma sea de Averroes, sino que enumero libros que pudieran ser los que llevaban los operarios marroquíes.
En cuanto a obras andalusies, realmente hay poca cosa. La primera obra andalusí que se conoce el El collar único de Ibn al Rabbihi (860-940), una obra muy desconocida, pero interesante. Desconocida sobre todo porque no aporta demasiado al conocimiento de Al Andalus, ya que se trata de una especie de cajón de sastre, una especie de compendio de los saberes árabes de la época. Una obra de esencia renacentista. Algún día le dedicaré un post. Pero primero tengo que encontrarlo. No sé si lo tienen en la biblioteca pública (hoy no funciona la página) , pero sé que hay una edición de 2007 que está en la Casa del Libro. En poesía tienes muchas cosas de Ibn Zaydun, el Diwan de Ibn Shuhaid, muy amigo de Ibn Hazm y diversas antologías. Busca cosas de García Gómez y de Asin Palacios. Supongo que poniendo en el Google literatura andalusí encontrarás información. Y siempre está la biblioteca, claro.
En cuanto al libro de ‘Arib Ibn Sa’id, por el que preguntas en otro hilo, se publicó una traducción de Antonio Arjona Castro por el Servicio de Publicaciones de la Excelentísima Diputación de Córdoba, 1983. No tengo noticias de que exista otra edición. De todas formas él habla de un artículo, no de un libro. Bueno, el libro es ese que te digo y se titula:
“El libro de la generación del feto, el tratamiento de las mujeres embarazadas y de los recién nacidos”. Servicio de Publicaciones de la Excelentísima Diputación de Córdoba, 1983.